domingo, 5 de agosto de 2012

Sac-Nicté


Parte uno (de dos)

Por fin he regresado a México, después de sortear varios peligros, le he dado gracias a Dios otra vez por permitirme llegar a mi Patria, ya solo me falta llegar a la Capital, la Muy Noble y Leal Ciudad de Meshijó Tenochtitlan Anahuac. Conocida comunmente como  México
Al estar en la República Mexicana, por cada uno de sus rincones, se respiran leyendas, historias y páginas llenas de gloria; lo que también abunda en todo ello, son los romances.

Al entrar por el Estado de Yucatán (La tierra del faisán y  del venado), platiqué con el príncipe heredero de dicha cultura, quien aún ahora todavía conserva y por qué no decirlo, se le ha acentuado ese aire de Majestad de la verdadera Sangre Real, Aristocracia de Sangre la que unos esquiroles han querido borrar de nuestro hermoso, romántico y legendario México.

Recordé que en mis tiempos de juventud, cuando mi corazón apenas empezaba a sentir realizado el sueño de la aventura, cuando hube cumplido los requisitos de mi familia, en preparación total, para lanzarme a la aventura romántica de conocer México por todos sus rincones; al ir caminando al atardecer por los caminos del Mayab, caminaba sólo y en meditación, escuchando el canto del pájaro y el rugido del tigre, mas no me detuve, muchos eran y fueron mis acompañantes, para bien y para mal, pero el Pujuy, el ave que guía a los caminantes, sólo a la hora del crepúsculo se hace presente; se paró al frente mío, continué caminando, el Pujuy extendió sus anchas alas sacudiéndolas a la vez que lanzó su grito ¡pujuy!, volando unos metros, retrocediendo, volviendo a pararse frente a mi.

Así continuamos hasta caer la noche, de repente, el Pujuy voló alejándose para no ser visto mas, quizás pensó que su misión había terminado o quizás el destino así lo marca. Seguí caminando en silencio, sin detenerme, pues así fui advertido y preparado para lo aún mas fuerte - ¡Xtabay!.

Esta hermosa hembra, es el tipo de mujer que todo hombre anhela y que no encuentra nunca. Quizás la encontramos en la vida pero por lo mismo la rechazamos sin darnos cuenta,  está marcado que en el amor no debe haber perjurio (deben cumplirse los juramentos), ni odio, porque puede suceder lo que aconteció a Copán, hiriendo así a nuestro corazón, de por vida.

Es hermosísima, mucho mas que un rayo de luna filtrado en la espesura de la selva, o cuando se filtra por las hojas de las Ceibas. O como el agua pura recién filtrada por la tierra. Su risa nos encanta, su voz nos fascina, su presencia nos emociona, su silueta nos cautiva. Nada es ya igual después de conocerla.

Se dice que: ¡ay de aquél a quien le sale al paso! Pues es cuando se le mira, cuando se siente el deseo de seguirla y peor aún cuando ella dice: ¡ven, ven!, todo hombre así, no resiste y se lanza en seguimiento de ella. Pero Xtabay escapa como si fuese ave. Nada se vuelve a saber de quien la haya visto.

El hombre que armado de valor, quiere conocerla y perderse con ella, jamás le contesta.

Al altivo, al arrogante, que piensa en poder conquistarla, se le aparece, le pide  que la siga para finalmente dejarlo preso entre las raíces de las Ceibas, quedando para siempre en esas tierras, sin deseos de salir de ese mundo. Pues sólo existe Xtabay para ellos.

Después de caminar y caminar por años, la conocí y quedé prendado de ella, pero el recuerdo de los consejos y por mi propio deseo, dí cumplimiento a mi juramento, un juramento del cual no sé hasta la fecha si es que estoy arrepentido o no, lastimando así de por vida a mi corazón y a mi Alma; todo eso provoca Xtabay, ¡mi Xtabay!; supe, tiempo después,  que también ella resintió con gran dolor mi ausencia.

Amigo lector, ¡haga memoria y se dará cuenta que Ud. también conoció a Xtabay!
Mérida, México. año de 1949

Continuará en parte 2.

Como sol que se levanta en las alturas del Señor
Es la belleza de la mujer buena en su casa ordenada

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